domingo, 23 de marzo de 2008

De vuelta

De vuelta, me visitó una musa este fin de semana. Ayer, sábado, fui a la celebración de la vigilia pascual con un gran amigo mío. Me iluminé, me tropecé con mi realidad. Ya estoy que me río de las cosas. Esta Semana Santa, desde el lunes, descubrí algo de lo que no me siento orgulloso. Preferiría no haberlo descubierto, son de esas cosas que te crean necesidades nuevas, aunque no sean imprescindibles para vivir (como los celulares, las drogas, etc.). Esta semana me sirvió para darme cuenta de lo estúpido que podemos ser.

Llueve sobre mojado, agua al mar, esfuerzos de más. ¡Mi hermano hágase adentro de la bacinilla! ¡Llévesela! ¡Coge la seña! Así me he dicho en estos días. Es que creo que las cosas hay que trabajar más de la cuenta. Cuando algo está para uno, está para uno. Wao, hay que dejar que las cosas pasen, hay que dejar de cargar más de la cuenta.

Las cosas fáciles son más difíciles de lo que parecen y las difíciles son más fáciles. Dije mucho, pero no dije nada. Je, je, je. No, en realidad, creemos que hay realidades que parecen ser llevaderas, pero adquieren dimensiones que no son simples de maniobrar. Pero se trata de no complicarlas más de lo que ellas ya están.

Señores, los sentimientos son una cosa grande. De verdad. Esos pendejitos complican las jugadas. MUCHO. Pero para eso está la cabeza, para ponerlos en su sitio. Aunque sea difícil, porque si uno se deja llevar de ellos se jode todo.

No está en mi naturaleza el quedarme sentado, pero hasta eso a veces es necesario, porque hay otras sillas que ya están en el límite de su resistencia. Sin dejar de poner todo dentro de mis posibilidades, no me complico más, si viene bien y si no también. Estoy aquí de todas formas, sin duda.

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