miércoles, 29 de julio de 2009

Endimión en Latmos

Yo dormía en la cumbre y era hermoso
Mi cuerpo, que los años han gastado.
Alto en la noche helénica, el centauro
Demoraba su cuádruple carrera
Para atisbar mi sueño. Me placía
Dormir para soñar y para el otro
Sueño lustral que elude la memoria
Y que nos purifica del gravamen
De ser aquel que somos en la tierra.
Diana, la diosa que es también la luna,
Me veía dormir en la montaña
Y lentamente descendió a mis brazos
Oro y amor en la encendida noche
Yo apretaba los párpados mortales,
Yo quería no ver el rostro bello
Que mis labios de polvo profanaban.
Yo aspiré la fragancia de la luna
Y su infnita voz dijo mi nombre.
Oh las puras mejillas que se buscan,
Oh ríos del amor y de la noche,
Oh el beso humano y la tensión del arco.
No sé cuánto duraron mis venturas;
Hay cosas que no miden los racimos
Ni la flor ni la nieve delicada.
La gente me rehuye. Le da miedo
El hombre que fue amado por la luna.

Los años han pasado. Una zozobra
Da horror a mi vigilia. Me pregunto
Si aquel tumulto de oro en la montaña
Fue verdadero o no fue más que un sueño.
Inútil repetirme que el recuerdo
De ayer y un sueño son la misma cosa.
Mi soledad recorre los comunes
Caminos de la tierra, pero siempre
Busco en la antigua nuche de los númenes
La indiferente luna, hija de Zeus.


Jorge Luis Borges

Este poema me pareció interesante, me recuerda lo mucho que me impresiona la luna...

3 comentarios:

Unknown dijo...

"La gente me rehuye. Le da miedo
El hombre que fue amado por la luna."... esa es la parte que mas me gusta. Saludos desde aqui, que es tu alla.

Unknown dijo...

Sí, esa parte me mata. Ese tiguere es un verdugo... Me gusta otro poema de él, que le dedicó a su mejor amigo cuando se murió, se llama: Manuel Peyrou.

Unknown dijo...

Las partes que están en negrita son las que más me gustan.